Los celos son fruto de nuestra carne. En la medida en que dependamos del Espíritu Santo y rindamos nuestra vida a Dios, pues esos celos desaparecerán y serán cambiados por la paz que solo Dios nos puede dar (Gal5:22).
Nuestra confianza debe estar puesta solo en el Señor y no en nuestra pareja. En la medida que anden como pareja delante de Dios, oren juntos y lean la biblia, el mismo Señor se encargará de unirlos y poner tranquilidad en su corazón.
Otro consejo que se te puede dar es que cada vez que vengan pensamientos de inseguridad o de situaciones en las que piensas que tu esposo o pareja está haciendo algo indebido, lleves ese pensamiento delante de Dios (2Cor10:5) y le pidas que te de la tranquilidad que necesitas.
Conversa con tu esposo o pareja con toda transparencia y hazle saber cómo te sientes.
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